miércoles, 29 de febrero de 2012

Daniel de Frutos

Agradable

     El jardín era amplio y tupido; alguien siseaba sonora y sosegadamente entre las verdes hierbas; era el viento impertérrito, esculpía lenguas heladas. La dulce hierba era mullida, las ramas de los árboles, grandes y nudosas, señalaban al cielo azul y límpido. Los gusanos retozaban gratamente sobre la flácida y esponjosa tierra; sus laxos cuerpos se metían con extraordinaria destreza entre los orificios de la dúctil arena. El panorama era agradable.

  

poesia modernista santiago ripol

Poesía de lengua                          
   Los pétalos rojos de la flor oculta solo remueven mi amargura; trago saliva, asumo el recuerdo y mantengo mi atadura. Cada atardecer la misma locura, la tinta negra consume e impone su compostura. El color del apaciguado y rojo cielo, con las nubes al vuelo, remueven y traen al pensamiento a la misma persona, la ira y el odio de mi cuerpo. Mi alma, un oscuro y negro instrumento, persigue a caballo la paz y la noche apaciguada. Es duro el denso y amargo humo del cigarro en mi garganta, pero es lo único que me calma, que soporta la fiera en la jaula.

César Garza Sánchez 4ºB

La pradera

     La pradera plagada de hierba llama con su verde chillón a los pardos animales; al tiempo, un bovino pace en el tranquilo campo apacible. Las reses huyen del frío, atroz, despiadado feroz lobo. Por el grandioso prado transita una fresca, plácida brisa; oscilan los pastos de un lado a otro; con una temperatura suave y agradable, abejas polinizan de brote en brote; el revoloteo de los insectos rompe el reposo de la serena pradera. 

Ignacio Cabello

Mi mesa de estudio

     Mi mesa de estudio está radiante de madera dorada. En mi mesa está la fuente de mi esfuerzo, mis alegrías, mis tristezas, y de me encierro para leer Trafalgar. Tengo un calendario que me lleva de viaje por sus fotografías. En mi mesa tengo un león, retirado y viejo; y ese es mi súper ordenador. En mi mesa tengo un objeto que me ha ayudado en todas mis tareas: mi querido flexo. Mi mesa, nunca la cambiaré por ninguna otra....

Alfonso de Arcenegui

La pradera

    En la pradera rasgada de líneas blancas, intermitentes y móviles, del estallido sonoro de las flores primaverales, se salva un conejo de las feroces garras de un rabioso zorro. El césped le protege, como un escudo verde y resplandeciente de gotas finas y cristalinas como el vidrio, desprendidas, lentamente, de las masas blancas del cielo. Sopla una suave brisa de colores cálidos. Chistean las aves saliendo de un seto senil, canta un grillo manejando la llave de su llana morada y… se desmaya.


Adrian Diaz

Aurora de Europa

Ríspidos, los rusos remontan cerros, roncos, sus rifles rinden al Reich. Retíranse restos de rotos regimientos. ¡Stalingrado es libre! Ganada la guerra, estropeada, la tropa ya vencida, ya victoriosa, pasada pasión. ¿Aurora de Europa? 

poema

El balazo

     Las balas, hay de las balas, que malas son. Cuando quieren te matan y cuando no, te alivian el corazón. La muerte es rápida o lenta, depende del balazo, unas veces en el costado y otras, no se las otras… La guerra, ¡ay! la guerra. Unas veces buena y otras veces mala. La mala cuando te matan, la buena cuando ganas. Es un ir y no venir  

martes, 28 de febrero de 2012

JAIME LASSO DE LA VEGA 4B

La poesía
   Pavorosa y temible poesía, muchos hombres han perdido por tí la cabeza. Todos te intuimos, nadie te define. Nívea e indómita, exótica y ancestral. Tan inmediata para unos, inabordable para otros. Mi vida entera daría por llegar hasta tí. Poetas, grandiosos escritores. Profesan sentimientos antípodas, su espada es la pluma, su campo el papel, su legendario duelo con el corazón de generaciones. Su revolución, su sedición, su insurrección, su motín, su lucha. Hombres en busca de nobles causas, un ideal, un sentimiento, una pasión… su único alimento.

Santiago Terol Fornés

Amanece en el valle de La Vega

     De nuestra casa, en un esplendoroso valle, sale una carretera hacia el pueblo; y el viento frío nos revolotea el cabello mientras nos acercamos; en un tramo, en la carretera deslucida por el paso del tiempo, nos desviamos; nos introducimos en un camino hermoso y fresco que cruza un bosque por el curso del río fluido. Es una senda fluvial; el río transparente nos muestra el camino, mientras el sol se cuela entre las hojas salpicadas de rocío, con destellos plateados en el agua cristalina. Amanece en el Valle de La Vega.

Pablo Hernández Losa 4ºB

El viento

     Siento su suave brisa susurrando en mis oídos, componiendo una tranquila y sensacional melodía. Los mares se mueven al son de su bella y dulce sonatina; y los árboles saludan a las silenciosas y majestuosas aves al pasar; y los ríos se envalentonan deslizándose por su cauce, agitando el cristalino y fresco espejo de la mar. El viento siempre sopla suave en verano, recordándome aquellas tardes de vagueza bajo un arbol; y en invierno, transportando la gélida frialdad de los países norteños, evocando la sensación de soledad. Y siseando acabo esta descripción que del viento he hecho hoy, pues viento solo hay uno, que a la vez multitud son.